En mis vacaciones, paseando por el patio del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca me encontré al maestro Francisco Toledo. Le dije “Maestro, es un honor saludarlo”, así como es él se volteó y con cara de pocos amigos me dijo “¿Qué?” y le respondí “Sólo quería saludarlo” extendiéndole la mano. Estrecho mi mano y exasperado contestó “Pues ahí está”, hizo una sonrisa burlona, se volteó y se fue. Así fue como conocí a uno de los grandes artistas mexicanos.