Lamentablemente a la mayoría de quienes ofrecemos un servicio profesional algún cliente potencial nos ha ofrecido sus productos o servicios a cambio de los nuestros, un intercambio, lo que comúnmente se conoce como trueque. Yo estoy totalmente en contra de esta práctica, no sólo en contra, es una política en mi empresa y un principio a nivel personal.
La persona que ofrece un intercambio prefiere dar su producto o servicio en lugar de dinero, a fin de cuentas podría pensarse que un bien es un bien y que es válido aceptar un trato de este tipo, sin embargo hay varios problemas con el trueque:
1.- Es imposible establecer una tasa de cambio.
La razón por la que existe el dinero es para contar con un vehículo de valor que permita realizar transacciones. Aunque el dinero propiamente no tiene valor es una representación del valor de algo, es como dijera Douglas Adams “una ficción con la que todos estamos de acuerdo”. En forma simplificada se podría decir que lo que yo hago son sitios web, entonces si voy a una tienda y quiero comprar 500gr de carne será difícil determinar a que fracción de un sitio web corresponden los 500gr; será aún más difícil que la tienda acepte una fracción de un sitio web a cambio de la carne, sin embargo usando el dinero como medio de intercambio yo puedo comprar la carne con el dinero que obtuve haciendo un sitio web.
Recientemente un despacho de abogados me ofreció sus servicios a cambio de un sitio web. ¿A cuantas asesorías legales corresponde un sitio web? Tendríamos que tratar de encontrar un común denominador para establecer una tasa de cambio, por ejemplo horas de trabajo. Yo cotizó mi servicio en horas de trabajo pero ellos no, ¿entonces como se puede establecer una tasa de cambio? A través del dinero.
2.- Falta de interés o necesidad del producto o servicio a recibir.
Otro problema es que lo más posible es que yo no este interesado en recibir el producto o servicio que mi contraparte ofrece, es por eso que no soy yo quien propuso el intercambio. El producto o servicio ofrecido no puede pagar la renta de una oficina, no puede pagar los sueldos de los empleados, no puede ni siquiera representar una utilidad; no puede ser fiscalizado, estaríamos incurriendo en una evasión de impuestos.
Regresando al caso del despacho de abogados, yo no necesito ni requiero de sus servicios y la promesa de acceder a ellos en el futuro carece de valor para mi. Lo que es más, yo tengo mis propios abogados para atender asuntos legales con quienes he trabajado anteriormente y en quienes confío, al acceder a un intercambio de servicios me estaría obligando a usar los servicios de un despacho que no es de mi elección.
3.- Menosprecio del valor del trabajo.
Si tu me ofreces servicios a cambio en lugar de dinero quiere decir que para ti el dinero tiene mayor valor, por lo tanto significa que consideras que mi trabajo tienen un valor menor al que yo le doy. No me interesa trabajar con alguien que considere que mi trabajo no tiene el valor cotizado. Lo que es aún más revelador es que consideras que tu propio trabajo vale menos que el dinero que quiero cobrar, es decir que la opinión que tienes de tu propio trabajo es inferior a la que yo tengo del mío y en un trato así yo saldría perdiendo.
Esta absurda práctica del intercambio de servicios se perpetúa a causa de las personas que consideran que su trabajo no tienen valor y en la desesperación de vender algo malo aceptarán cualquier trato. Para mi se ha convertido en una regla que quien ofrece intercambio de servicios no es profesional y no espera tampoco un servicio profesional. Este tipo de clientes no son para mi.