Me ha acompañado durante 15 años, voy a cumplir 30 el siguiente año así que para fines prácticos puedo decir que la música electrónica me ha acompañado la mitad de mi vida consistentemente cómo una de mis principales fuentes de entretenimiento y goce. Juntos hemos vivido en diferentes ciudades, ido y venido, juntos hemos caminado grandes distancias, viajado, bailado y olvidado problemas. Esta es la historia de mi vida y la música electrónica.
El principio, lo comercial
En mi adolescencia en la ciudad de Guadalajara los recursos para conocer y disfrutar música electrónica eran nulos, estamos hablando de los mediados y finales de los 90s, un tiempo en el que el recurso para conocer nueva música era Mtv. En esos tiempos empezó mi gusto por la música electrónica escuchando a artistas como Chemical Brothers y Daft Punk, con ocasionales apariciones de videos de productores como Robert Miles y contacto esporádicos con canciones cómo Born Slippy .NUXX de Underworld gracias al soundtrack de Trainspotting. En esos tiempos sabía que esta música me gustaba pero no sabía cómo encontrar más.
La frontera
Por trabajo de mi papá tuvimos que mudarnos a Ciudad Juárez (esa es otra historia) en la frontera con Texas en el 98, para mi fue un cambio muy difícil y sentía que me vida se había ido por el resumidero empujado a vivir en un “pueblo bicicletero” del que antes ni siquiera había escuchado. No sabía que en Juárez encontraría mis dos pasiones que más han estado conmigo, Nydia mi novia y compañera desde hace casi 10 años y la música electrónica. Resulta que la frontera es un lugar fascinante ya que existe una mezcla de culturas que no se da en otros lados, mientras que persisten algunas costumbres mexicanas la forma de vida esta altamente influenciada por la cultura norteamericana en aspectos cómo la cultura pop, la ropa y la música. Caí en Juárez justo en el momento en que en Texas estaba surgiendo una escena electrónica que pronto invadió ambos lados de la frontera con raves. Para mí el infierno se convirtió en el cielo porque ahora tenía acceso a toda la música electrónica que me pudiera imaginar y no sólo eso, además encontré una comunidad de personas con interés por la misma música y espacios para bailarla hasta el amanecer.
Dos amigos
Mi experiencia conociendo la música electrónica se vio en esos tiempos influenciada mayormente por dos amigos: Eros Dominguez y Victor Carrillo “el Chiro”. Se podría decir que con ellos tuve mi dosis de teoría y práctica. Chiro me introdujo a nuevos DJs y productores que nunca había escuchado, en esos tiempos tenía la colección completa de Global Underground y juntos fuimos explorando cada uno de esos sets y sumando nuevos a nuestra colección con los de Fabric, Reinassance y muchos más. En ese tiempo la música aún se escuchaba en CDs y ambos estábamos dotados con nuestro CD Player Sony y teníamos el mismo modelo de audífonos Sony que aún conservo; y armados éramos homeless que recorríamos la ciudad de día y de noche escuchando música y durmiendo en bancas de parques.
Eros me llevó a la práctica, durante un periodo de casi dos años todos los fines de semana ibamos juntos a raves en El Paso (TX) y Juárez. Durante ese tiempo me quedaba el fin de semana en su casa y su familia (y su nana Toña) me acogieron como un miembro honorario de la familia que dormía ahí una o dos noches a la semana.
Los raves
En ese tiempo los raves eran increíbles, dos grandes promotores Moonshine Records (en El Paso) y Eclipse (en Juárez) que después se convirtió en el actual Pastilla Digital organizaban fiestas todos los fines de semana con una gran variedad de DJs, algunos locales y muchos internacionales con grandes nombres cómo Sander Kleinenberg, Dave Seaman, Nick Warren, James Lavelle, Sasha y muchos más. Cada fin de semana había uno o dos raves increíbles y siempre veías a la misma gente, los mismos que compartíamos ese gusto, que creíamos en el PLUR y sólo vivíamos para el siguiente rave.
Eros y yo iniciamos una práctica que le agregaba emoción a las fiestas, “casiquiar” que para nosotros era meternos al rave sin pagar. En ese tiempo pagar $20 o $30 dólares por fiesta dos veces por semana era imposible para nosotros y no queríamos perdernos una sola fiesta así que empezamos a meternos sin pagar, primero por necesidad y después por hobby. Llegábamos juntos al lugar de la fiesta, nos separábamos y cada quien buscaba cómo meterse para encontrarnos adentro. Casiquiar nos llevó a las azoteas de edificios, a buscar ventanas abiertas, saltar bardas, ocultarnos en las sombras y conocer en el camino a otros casiques que intentaban hacer lo mismo. Nada mejor que bailar hasta el amanecer gratis.
Fui a todo tipo de raves en todo tipo de lugares, desde estadios de base-ball, hasta estacionamientos subterráneos, pasando por terrenos baldíos, casas y bodegas abandonadas o el Civic Center de El Paso. Algunas fiestas eran legales y tenían incluso a policías vigilando la seguridad (en Juárez), pero muchas otras eran clandestinas, eran las mejores ya que existía el riesgo de que en cualquier momento llegará la policía y habría que escapar, al llegar al lugar lo primero que buscaba era cuál sería mi ruta de escape. Lo segundo que buscaba si era invierno era algún lugar para esconder mi chamarra ya que allá si hace frío de verdad: atrás de una bocina, en un hueco en una pared, donde fuera para poder bailar y sudar toda la noche. Las fiestas clandestinas eran las mejores, nadie sabía donde sería el rave, el día del evento había que marcar un número de teléfono y te daban una dirección, al llegar en la noche a esa dirección había en la banqueta alguien parado y se acercaba a tu auto al detenerte “a la drug dealer” para decirte cual era la verdadera dirección del lugar. Así llegamos Eros y yo en una ocasión a un rave en una bodega abandonada y fue de los mejores, estando ahí descubrimos que era un rave gay (la decoración de arcoiris y rehiletes de colores los pusieron en evidencia) y aprendí que los gays hacen las mejores fiestas, por eso eran los reyes del Love Parade. La policía llegó y tuvimos que irnos, pero siempre podíamos contar con el after. Al terminar un rave lo principal era encontrar el after party, preguntar a todo el mundo hasta descubrir que en una casa habrían tornamesas para seguir la fiesta durante todo el día. Lo mejor de los raves era salir a la luz del sol y sólo querer continuar.
Los clubs
La escena raver de la frontera dio lugar a la apertura de numerosos clubs y bares que empezaron a propagar la música electrónica entre los no iniciados. En Juárez el mejor de ese tiempo era el Friends, un bodegón oscuro con unas pocas mesas y sillas y una gran pista de baile en el centro justo frente a las tornamesas. Ubicado en la zona roja de Juárez el Friends era el refugio de quienes necesitábamos música electrónica entre semana o si no había una buena fiesta. En Juarez en ese tiempo surgieron una gran cantidad de lugares que ofrecían espacio para bailar hasta las dos de la mañana que era la hora legal en la ciudad.
En este sentido El Paso se quedó un poco atrás ya que los paseños cruzaban la frontera en las noches para ir a los clubs y bares de Juárez. El único club bueno que recuerdo en El Paso era el Liquid, que abría más bien por evento, ubicado en el sótano de un edificio en el centro de El Paso.
Vuelta a la realidad
Regresé a Guadalajara con Nydia hace casi 10 años y fue cómo haber despertado de un sueño. Regresé emocionado pensando que en Guadalajara se habría dado la misma evolución que en la frontera, que ya habría surgido aquí una escena electrónica sólida, después de todo teníamos a Nopal Beat no? Nada, no había nada en la ciudad, es cómo si Nydia y yo habláramos un lenguaje extraño al querer encontrar un rave. Claro, encontramos unas pocas “fiestas tipo rave” cómo les llamaban aquí pero no era lo mismo, eran más aguadas que la sopa, con música de hace más de 5 años y la gente parada enfrente del DJ como zombies sin bailar, sólo viéndolo preguntándose que eran esos aparatos. Mientras tanto Nydia y yo haciendo nuestros mejores movimientos en la pista, bailando y brincando esperando el momento en que la gente se encendería pero nada.
Para nuestra suerte descubrimos el en ese entonces recién abierto Bar Américas, cuando fuimos por primera vez automáticamente me sentí en casa, era oscuro, húmedo y abarrotado cómo el Friends y estaba en una suerte de sótano como el Liquid y la música era decente. Durante una década hemos sido clientes frecuentes, no somos de esos que se hacen amigos del staff y que conoce a todas las bar tenders pero siempre hemos estado, en cada una de las etapas, en cada una de las remodelaciones y cambios de decoración, en cada una de las veces que se cierra al amanecer o se cierra temprano.
El Bar Américas fue como encontrar una boya en medio del mar pero no parecía suficiente, faltaban más lugares, faltaba la comunidad. Poco a poco los cientos de sets que escuchaba empezaron a hacerse viejos y la motivación para buscar nuevos se fue agotando. Para mí no era sólo escuchar la música, era también bailar rodeado de cientos de personas en el mismo estado mental. Mi salvación fue una fiesta en Puerto Vallarta con Danny Howells, Nydia y yo fuimos exclusivamente a esa fiesta y bailamos cómo teníamos un par de años sin hacerlo, me regresó el hambre por escuchar más música electrónica.
Así continué mi viaje de afición por la electrónica de forma solitaria, ahora con la ventaja del internet en donde cada día surgían nuevos sitios y recursos que me permitían permanecer conectado a una comunidad mundial. Vi el nacimiento y muerte o permanencia de muchos bares y clubs que de alguna forma continuaron la labor del Bar Américas: El Shaga (en el sótano del Hotel Internacional en el centro), el breve Red Room, La Santa, Loope Mezcalería, El Mozquito Mezcal así como lugares que habrían esporádicamente como la Casa Magnolia y la Casa Versace. Además cada vez más eventos en el Foro Alterno y la Calle 2 empezaron a ayudar a avivar la escena electrónica de Guadalajara.
Hoy hay mejores opciones, el Bar Américas ha seguido evolucionando y se ha convertido en mi opinión en el mejor promotor de México teniendo varios eventos por semana con DJs internacionales y sin estupideces de covers exhorbitantes o áreas “VIP”. He seguido en contacto con Chiro e incluso vivió unos meses aquí en Guadalajara así que ayudó a seguir nutriendo mi intelecto electrónico.
Ahora mis recursos de música electrónica son 5:
- El podcast de Resident Advisor: cada semana un set increíble que se puede descargar gratis. Es extraordinaria la calidad de cada uno de los sets.
- Minimalstation: estación de radio por internet con los mejores sets en vivo de techno las 24 horas del día.
- SoundCloud: la mejor plataforma para seguir a mis productores favoritos y subir mi propia música.
- Chiro: con quien constantemente comparto sets y nuevos descubrimientos musicales.
- Bar Americas: que cada semana tiene los mejores sets en vivo de la ciudad y posiblemente del país.
Mis gustos han evolucionado, con el tiempo he adquirido una nueva apreciación por la música electrónica y ya no necesito estar bailando al lado de otros para disfrutarla. Esta conmigo siempre, mientras trabajo, en el auto, caminando. Los nuevos recursos con que contamos me han abierto muchas puertas para descubrir más música e incluso para cruzar palabras con mis DJs y productores favoritos a través de Twitter. Si estoy aburrido puedo sacar mi iPhone y empezar a producir música en ese momento para distraerme.
Por 15 años la música electrónica me ha acompañado volviéndose cada vez una parte más inherente en mi vida. Me emociona pensar cómo serán los siguientes 15 años.
[symple_box color=”yellow” text_align=”left” width=”100%” float=”none”]
Attribution (cover image):
Fotos de Modeselektor
Bar Américas (2012) Fotos de Modeselektor. [image online] Available at: http://baramericas.com.mx/?p=2359 [Accessed: November, 2012].
[/symple_box]