El diseño de comunicación –pobremente catalogado por algunos como “diseño gráfico”– es una parte esencial en las empresas, especialmente en aquellas que son marcas cuya relación con los consumidores es directa. Lamentablemente a excepción de algunos países de Europa como Suiza o Alemania dentro las organizaciones no se le ha dado la debida importancia al diseño de comunicación.
En mi opinión absolutamente todo el material que sea desarrollado con el objetivo de comunicar algo debería pasar por las manos de un diseñador, desde un letrero panorámico hasta los memorandums pegados en un pizarrón de corcho en la oficina. La cuestión es que el diseñador sabe como presentar la información de forma que sea más clara, fácil de leer e incluso agradable.
El ser tan especial con estos detalles hace cada una de mis salidas a la calle una expedición en la que voy colectando en mi mente ejemplos de mal diseño: una tipografía ilegible elegida como letrero de una tienda, un letrero panorámico cuya letra es demasiado pequeña para ser leída a distancia desde un auto en movimiento, una mala elección de colores en un flayer que entregan en la calle, et cetera.
Entre muchos ejemplos ayer encontré uno muy cotidiano y que sirve perfectamente para respaldar mi argumento: un boleto de entrada para el cine. El boleto de la cadena Cinépolis luce así el día de hoy:
Obvio es que la planeación del mismo no pasó por las manos de un diseñador, o por lo menos no de uno bueno. Pensemos primero cual es la función de este objeto, el boleto cumple, creo yo, dos propósitos:
- Brindar información al usuario (Que película, que sala, que asiento, a que hora)
- Acreditar ante el personal del cine que la persona pagó su entrada.
El punto uno es para mí el más importante ya que al hablar del usuario no solo me refiero al cliente que compró el boleto sino también al empleado del cine que al recibir el boleto debe identificar rápidamente la información. Las dos personas son usuarios del objeto y las dos necesitan que se les comunique información a través del mismo.
No es que me haya puesto a analizar el boleto sino que al tratar de saber a que sala debía dirigirme los problemas se hicieron evidentes. Al no poder encontrar rápidamente la información me di cuenta de que anteriormente había estado en esta misma situación, escaneando el boleto con los ojos tratando de encontrar la información sin éxito.
A continuación indicaré en el boleto con color rojo algunos errores de diseño y con color anaranjado alguna información que para el propósito del boleto me parece irrelevante o redundante y abajo desarrollaré dichos puntos:
- El problem más evidente a primera vista es la marca de agua del papel. Me imagino que imprimen el papel con esa marca de agua como una medida de seguridad para impedir la generación de boletos apócrifos, sin embargo el contraste es muy fuerte, entonces el dibujo deja de ser una marca de agua y se vuelve un obstáculo visual. Tener ese dibujo tan contrastante como fondo para un área de lectura es un gran error de usabilidad.
- Las jerarquías son el problema más grande. Nuestro cerebro esta diseñado para encontrar diferentes niveles de relevancia en las cosas, es por eso que las jerarquías en el diseño permiten darle más importancia a la información más importante, no es una cuestión estética más que una cuestión funcional. Como podrán ver arriba en las partes del diseño marcadas con el número dos tenemos cuatro piezas de información relevante a las cuales se les ha dado una jerarquía a través del tamaño de la letra y de la posición en el boleto, sin embargo la jerarquía esta mal pensada. Pongamonos en los zapatos tanto del cliente como del empleado que trabaja en el cine, ¿cual es la información más relevante que queremos saber? Yo diría que en primer lugar la sala, en segundo lugar como cliente el asiento y como empleado el tipo de boleto (Adulto / niño / cortesía), después la función y por último el nombre de la película ya que si soy el cliente se que película voy a ver y si soy el empleado no me importa. En general podríamos distinguir las jerarquías básicas. Además otro error cometido aquí es la ilegibilidad de la tipografía, tomen como ejemplo la sección que indica la sala que dice “CONTROL INTERNO SALA 8” y consideren que el boleto físico es más pequeño que la mágen que seguramente están viendo en su pantalla.
- Los recuadros anaranjados muestran información irrelevante o redundante que yo si diseñara el boleto eliminaría del mismo, es solamente un foco de distracción.
- Otra pregunta que habría que hacer es si se necesita tanto papel –comparen el tamaño del boleto con el de mi pulgar– para alojar tan poca información.
Es por eso que he diseñado un ejemplo sencillo que muestra como diseñaría yo ese boleto. El objetivo de este ejemplo esta centrado en la funcionalidad más que en la estética, no invertí más de 20 minutos en hacerlo porque mi principal interés era mostrar como se le puede dar un sentido funcional a la información del boleto. Cabe también aclarar que hay restricciones de impresión derivadas de las máquinas usadas por Cinepolis, sin embargo este ejemplo ilustra bien la jerarquización de la información que interesa a cada una de las partes:
Se ha dado el principal énfasis a la sala y al asiento en la sección de la izquierda, misma que conservará el cliente al entrar al área donde están las salas, en ese momento la única información que necesita es el número de sala y el número de asiento. En las sección derecha que conserva el empleado del cine se puede ver rápidamente para que sala es el boleto, que tipo de boleto y para que función.
Lo que me gusta de un diseño de este tipo es que el objeto se transforma según el contexto. Cuando yo como cliente lo obtengo recibo toda la información que puedo necesitar y al momento en que entro al área de salas la información se reduce solo a la que puedo necesitar en el nuevo contexto.
Creo que si en 20 minutos se puede pensar una idea así y hacer un bosquejo se podría hacer algo mucho mejor teniendo un diseñador de comunicación en Cinépolis para desarrollar este tipo de material.